Mi manifiesto
Como habréis podido observar, hasta el momento Tinta al Sol, (o sea yo), no se había posicionado en el blog en relación al manifiesto contra el Anteproyecto de Ley de Economía Sostenible que podéis leer aquí.
Las razones de esto son varias, pero se pueden resumir en que de entrada desconfiaba de un manifiesto que no viene firmado ni siquiera por sus autores, y en que quería disponer de más información antes de dar mi opinión, porque ya se sabe que uno es dueño de sus silencios y esclavo de sus palabras.
Una vez aclarado esto, he aquí mi manifiesto:
1. Creo firmemente en el derecho de los autores de hacer con su obra lo que les plazca, como por ejemplo no permitir que terceros se lucren con ella sin su consentimiento (me da igual si el lucro asciende a unos céntimos o a millones) o la reproduzcan sin percibir una retribución a cambio. Es una postura fácilmente entendible por todo el mundo, por ejemplo, es muy habitual que los creadores de archivos torrent o enlaces de emule se ofendan si quitas su nombre de los mismos y los redistribuyes desde otra página con tu nombre. Otra cosa es que otros autores tengamos unas ideas diferentes sobre qué hacer y cómo distribuir nuestra obra, pero como creadores unos y otros tenemos derecho a gestionar nuestras creaciones como nos parezca, sin que puedan obligarnos a renunciar a esos derechos. En manos del consumidor está, en caso de que no le gusten las condiciones en que se distribuye una obra, la opción de elegir otro producto.
2. Estamos hablando de derechos, y estos, como todos, deberían gestionarse y protegerse a través de instituciones públicas, transparentes y reguladas, no de entidades privadas, y máxime si van a recibir algo que no deja de ser un impuesto, aunque se refieran a él con el eufemismo de «canon».
3. Yo soy tan autora de mis creaciones como cualquier famoso que haya salido en una foto con el dedo flexionado sobre la ceja, a pesar de lo cual, mi única relación con el antes mencionado canon tiene lugar cuando lo pago al adquirir los discos duros, pen-drives, CDs y DVDs vírgenes, móviles y demás soportes digitales en los que almaceno mis creaciones. En alguna parte leí que todos éramos iguales ante la ley, no será ante la Ley de la Propiedad Intelectual.
4. Ahora que recuerdo, eso lo leí en cierto libro en el que también se habla de la presunción de inocencia, según la cual sólo si se demuestra que he cometido algún delito como, por ejemplo, robar, se me puede aplicar la sanción correspondiente por los órganos judiciales competentes. Quizás el libro era ficción y no me di cuenta.
5. Sobre los tan traídos y llevados «representantes de los internautas» que han asistido a la famosa reunión con la ministra de cultura, creo que sencillamente son los únicos interlocutores que el ministerio aceptaría para hacerse la foto. Era imposible encontrar un grupo que representase a todos los internautas, porque Internet es una herramienta, no un estado o un grupo ideológico, y cada uno la utiliza como quiere. Sería como intentar reunir un grupo de representantes de usuarios de taladros: hay quien lo usa para trabajar, quien lo compró para colgar su retrato de bodas y no lo ha vuelto a tocar, y tipos como mi vecino, que lo usan para aliviar algún tipo de complejo freudiano. En fin, que bastante papelón han hecho cuando la ministra, que tan interesada estaba en llegar a un acuerdo, les ha plantado para irse a cortar una cinta.
6. No se puede seguir mezclando los conceptos de cultura e industria para conseguir financiación. La cultura no tiene por qué ser rentable, la industria sí, si quiere sobrevivir, ya sea cinematográfica, musical o farmacéutica. Por eso sugiero al próximo viejo verde al que le apetezca hacer una película con el único interés de ver a alguna joven actriz desnuda, que se acerque al ministerio de Industria o al de Hacienda a pedir la subvención, a ver qué le dicen.
7. Y al hilo de las subvenciones, algo financiado en parte con dinero público no puede considerarse privado al 100%. Cuando pago mis impuestos, no se me exige pagar la consulta del médico o el sueldo de las profesoras de mis hijos (al menos de momento), ¿por qué tengo que pagar la entrada de una película subvencionada en España al mismo precio que otra que no lo ha sido?
8. A los artistas a los que tanto angustia la piratería, subvencionados o no, les diría que, mal que les pese, en la mayoría de los casos, si ahora desaparecieran de golpe todas las descargas ilegales en internet, no notarían un aumento significativo de sus cifras de venta. Lo que no gusta fuera de internet, tampoco suele ser un gran éxito en la mula.
9. Si lo que se quiere conseguir es que la gente deje de descargar contenidos en internet sin pasar por caja, ponerle puertas al campo es inútil, porque siempre habrá alguien que consiga abrir un hueco en la alambrada. Hay que buscar soluciones realistas que satisfagan a ambas partes, y de hecho, ya hay una que ha hecho descender el número de descargas ilegales de música: Spotify. ¿Para cuando un Spotify de series, películas, libros…? No, señora ministra, conociéndola, no me creo que ese portal del que han hablado en la reunión vaya a ser eso, pero me encantaría estar equivocada.
10. Hasta ahora las personas que defienden el gratis total en internet se han sentido protegidas por sus proveedores de internet, que no iban a arriesgarse a quedarse sin buena parte de sus clientes por colaborar con el gobierno, pero es evidente que estas compañías están empezando a apostar por conexiones con menos capacidad de descarga, pero que permitan la navegación «legal». Saben que muy pocos de nosotros podríamos pasar ahora sin conexión, es decir, sin navegación, emails, Twitter, Facebook, chats, etc., y para ellas el negocio es redondo, porque nos cobrarían a un precio proporcionalmente similar (y siempre excesivo, como tienen por costumbre), con un menor consumo de ancho de banda y sin riesgos de demandas.
Bueno, si has llegado hasta aquí, ya has visto cuál es mi opinión sobre este tema, y la he expresado sin necesidad de nombrar a Ramoncín… ¡Ups!
Pingback: Bitacoras.com
Creo que hemos llegado al punto peligroso de hablar mas del manifiesto que de lo que lo ha causado pero en general me parece una actitud razonable, aunque no puedo estar de acuerdo con tu segundo punto: la libertad del individuo debe también llegar a quien representa sus intereses, ya sea público o privado. Ah, y lo de la presunción de inocencia ya se fue al garete con lo del canon.
Yo creo que hablar del manifiesto también es hablar del problema que ha dado lugar a que se redactara. Respecto al segundo punto, creo que buena parte de la situación viene dada porque los derechos de autor no están gestionados con la transparencia necesaria, y eso desprotege a autores y consumidores.
Muchas gracias por tu comentario y un saludo.
Chapeau para tí. En medio de tanta insensatez, por fín alguien pone algo de cordura.
Muchas gracias por tus palabras, me alegro de que estemos de acuerdo.
El punto 1 no me gusta, no tienes derecho en una sociedad capitalista, pero protegida, de poner el precio que tu quieras a un producto.
Existen leyes que evitan el monopolio y en los productos de primera necesidad (como deberia ser la cultura) limitan su precio.
Lo que no se puede es seguir viviendo de un producto realizado hace meses, o años. Un carpintero te cobra la silla, pero no te sigue cobrando cada vez que la usas. Un autor de algo inmaterial, deberia ser lo mismo.
Precisamente porque vivimos en una sociedad capitalista, cada uno puede vender su producto al precio que quiera, y el cliente puede elegir comprarlo o no. Los artistas que se aferran al antiguo modelo están viendo cómo el público se aleja de ellos, y mientras no se den cuenta, seguirá siendo así.
Respecto a lo de seguir viviendo de un producto realizado anteriormente, como creadora veo difícil hacer un producto de cierta calidad si tienes que sacar un disco, un libro o una película cada mes. Si sólo se cobrase una vez cada creación el precio tendría que ser desorbitado. La clave, en mi opinión, reside en estudiar nuevas formas de que los artistas puedan ganarse con su trabajo y el público en general acceder a ello a un precio razonable, por ejemplo prescindiendo de los intermediarios que encarecen la obra sin aportar nada. Afortunadamente las nuevas tecnologías van a permitir llegar a esos nuevos modelos de gestión de la cultura.
Un saludo y muchas gracias por tu aportación.
Amén
Gracias 🙂
Estoy bastante de acuerdo, aunque con alguna excepción. No creo que las entidades de Gestión tengan que ser públicas obligatoriamente. No dejan de ser (en teoría) asociaciones privadas de creadores, que se juntan para facilitar el cobro de unos derechos de autor que son de cada uno, es decir, como autor puedes preocuparte tú mismo de vigilar el uso de tus obras y cobrar tus derechos o delegar ese cobro en una asociación de la que formes parte, con lo que en principio además puedes hacer más presión, asesoría jurídica en temas en los que no tienes por qué estar informado. No creo que tenga que meterse el Estado ahí. Otra cosa es la forma de actuación de algunas de esas entidades (cualquier creador sabe que no sólo existe la SGAE), que actúan de oficio, sin proporcionalidad, actúan como grupos de presión…
Tampoco creo que Spotify sea el modelo preferible. Lo es como herramienta, porque funciona bien, es usable, es cómoda, es fácil… Pero detrás de la herramienta en sí están las discográficas de siempre, con lo que al final han encontrado una forma de mantener un modelo industrial injusto, con un exceso de intermediarios que encarece el producto, y que por la naturaleza de la red se podrían eliminar (bajando por tanto los costes y, lo que me parece más importante, dejando un porcentaje mayor del precio final para los autores e intérpretes)
Sin embargo vemos como las canciones valen casi tan caras como su equivalente en un CD, a pesar de eliminarse transporte, empaquetado, tiendas físicas (empleados…)
Vamos, que me parece que en parte la rebeldía en internet de «todo gratis ahora que se puede» vino motivada por las ganas latentes que se percibían en la sociedad de tomarse una revancha con una industria que durante muchos años ha actuado de manera injusta y abiertamente caradura. Aprovechando internet deberíamos revisar el modelo industrial para cambiar la percepción de que el precio final de un producto no se reparte justamente entre los que intervienen. Me refiero a que del precio final de un libro el escritor se lleve un 10%, o más o menos lo mismo para el intérprete en el precio final de un disco (más otro 4% si es autor de la música).
Me encantaría que detrás de Spotify estén los propios autores, que cuelgan sus obras y se llevan un porcentaje grande del precio que se pague por ellas o por la suscripción de Spotify en lugar de funcionar como funciona Spotify.
Veo que en esencia estamos de acuerdo, diferimos en matices.
Respecto a las entidades de gestión de derechos privadas, creo que hemos visto todos, autores o no, cómo funcionan, o más bien cómo no funcionan, de ahí que crea que debería ser un organismo público el que se hiciera cargo de este asunto.
Sobre Spotify, no es el sistema perfecto, probablemente nunca haya uno que lo sea, pero es un gran avance, sobre todo para el público, que puede acceder a casi toda la música que deseen a cambio de aguantar publicidad o pagando el equivalente a un disco en iTunes, lo que además les permite oir esa música fuera del ordenador. Creo que esa es la dirección correcta. El primer paso lo dio iTunes, pero como bien dices, el coste de las canciones era similar al de un CD a pesar de eliminarse muchos gastos de producción. Ahora supongo que irán saliendo alternativas a Spotify que mejoren la situación de los autores, pero también estos tienen que moverse en ese sentido, como hicieron Coldplay o los recientemente resucitados Hombres G.
En cuanto a la revisión del modelo industrial, estoy de acuerdo al 100%.
Un saludo y muchas gracias por tu comentario.
Me ha gustado tu propio manifiesto. Yo me confieso sin pudor ser la primera en descargar cuando necesito «algo» (vease música, cine y software). Desde hace ya dos años veo mi actitud al respecto menguar porque en cuanto a música uso spotify (qué sería de mi sin él), en cuando a series también las veo online (quizás no del todo legal pero al menos no descargo), las películas siempre me ha gustado verlas en el cine y el software cada vez busco más aquellos llamados «libres». Aún tengo una asignatura pendiente con los ebooks. Actualmente el mercado es escaso y además caro. No me parece justo pagar por una obra lo mismo que su precio en bolsillo pero bueno tengo la esperanza de que con el tiempo lleguemos a un equilibrio.
Si perdimos la batalla con el canon, mucho me temo que esta también está ya perdida y mañana puede venir un tipo diciendo llamarse de nosequé comisión y cerrarnos el chiringuito porque sí.
Esperemos que, efectivamente, con el tiempo el precio de los contenidos digitales se ajuste a la realidad de los gastos que suponen, pero no soy demasiado optimista a ese respecto. Creo que eso sólo ocurrirá cuando el autor proporcione su obra al público sin intermediarios.
Un saludo y gracias por tu comentario.
Muy buena reflexión, ponderada y ajustada a la situacicón real. Y sin demagogias!
Muchas gracias por tus palabras, me alegro de que te haya gustado.
Un saludo.
Hola, vengo del blog de Yoriento, que me recomienda venga a leer tu manifiesto, y me quedo entre tus letras, leyéndolo.
Saludos cordiales.
Pues si vienes de parte de Yoriento, sólo puedes ser buena gente 🙂
Bienvenida y espero que te guste lo que lees.
Un saludo y gracias por tu comentario.
Pues yo llego desde Decorbaxeo :).
Por cierto, me quedo con tu manifiesto 😉
Pues bienvenido también y gracias :).
Un saludo.
Yo también vengo Ðcorbaxeo y he publicado el manifiesto en mi blog.
He leido tu hermoso artículo en este momento de temporal opinativo, y creo que tu has parado un momento y has reflexionado acertadamente sobre un tema cuando menos, espinoso. Eso me ha inspirado estas reflexiones:
Cierto es que no queremos (yo) que nos regale nadie su trabajo pues nosotros no lo hacemos ( o si, cuando compartimos este libremente).
También es cierto que las entidades que gestionan que los autores consigan remuneración por su obra( como el ínclito Ramón)actúan de manera que levantan poca simpatía.
Parece también cierto que el precio que cuestan libros, películas, software y otros bienes en el mercado libre (pues libre es para poner precios)es abusivo para una persona con un nivel económico medio y si la alternativa es prescindir de ellos, creo que mi reacción debe ser intentar conseguirlos mediante el medio más adecuado, por más que deben primar los legales.
Tampoco me parece conveniente que esté en manos de nuestros queridos burócratas ministeriales la gestión del derecho a compartir en tu web.
Me gusta particularmente tu «todos éramos iguales ante la ley, no será ante la Ley de la Propiedad Intelectual» y la verdad, todavía no entiendo porqué tengo que pagar un canon cuando compro un disco duro (¿mi compromiso para usarlo de manera legal no basta, se me juzga de manera preventiva y se hace un cobro a cuenta de mi posible delito?).
Tampoco me parece que los firmantes representen más que a ellos mismos y que de paso se han hecho un favor.
Bueno, ya estoy mejor, yo también he opinado un poco.
Un Saludo.
Me alegro de haberte inspirado estas reflexiones tuyas, por otra parte tan acertadas.
Ahora esperemos que todo este movimiento, el de los que se adhieren completamente al manifiesto y el de los que no lo hacen al 100% pero tampoco están de acuerdo con las medidas que quiere (o quería) implantar el gobierno, tanto del lado de los autores como del público, consiga que las cosas vayan cambiando.
Un saludo y muchas gracias por tu aportación.
Bravo, estoy de acuerdo con lo que dices, incluso con el primer punto.
Por cierto, la cultura no es un bien de primera necesidad, como veía en un comentario. Que ya perdemos la perspectiva, de primera necesidad es la comida, la vivienda o la salud.
Gracias, me alegro de que coincidamos.
Respecto a la cultura como bien de primera necesidad, creo que es una de las características que nos hace humanos, obviamente la comida, salud, vivienda o seguridad son fundamentales, pero opino que la cultura va inmediatamente después.
Un saludo y gracias por tu comentario.
Pingback: ¿Qué es TicWisdom? | Tinta al sol