Opinión: Invisible de Paul Auster

Invisible de Paul Auster
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El último libro de Paul Auster, Invisible, hará las delicias de cualquier escritor por lo que tiene de juego narrativo. En esta novela la historia es la excusa para que el autor juegue con las posibilidades de las distintas voces narrativas. De hecho, la trama, aunque entretenida, no pasará a la historia por su originalidad, como tampoco lo harán los personajes.

La primera parte está narrada en primera persona por el protagonista, Adam Walker, un joven poeta, estudiante de Literatura en la universidad de Columbia a finales de los años 60, y terriblemente atractivo por su físico y su mente brillante, aunque él no parece darse cuenta. Una noche conoce a una sofisticada pareja de franceses, formada por Rudolf Born y su novia. Él, profesor de ciencias políticas, termina enredándole y manipulándole dentro de un extraño juego de seducción y control. Lo que en principio parece un mecenazgo y una gran oportunidad profesional enseguida despierta la sospecha en Adam de que su benefactor tiene un lado oscuro y peligroso.

En la segunda parte, el autor usa una voz de narrador muy poco utilizada, la segunda persona. El protagonista se cuenta a sí mismo los hechos que siguieron a la salida de su vida de Rudolf Born. Se trata de una historia escabrosa y delicada, por lo que probablemente Adam Walker recurre a ese tiempo verbal para distanciarse. Y es que el título Invisible hace referencia a esas zonas oscuras del ser humano, zonas que procuramos mantener invisibles para los demás, porque las considerarían pecados horribles, aunque a los personajes de este libro no les suscita ningún sentimiento de culpa, quizás porque es una parte consustancial de sí mismos.

En los capítulos finales Adam deja de ser el narrador y ese papel lo asume su amigo Jim, probable trasunto del propio Auster, que actúa como narrador-testigo de la conclusión de la historia, e incluso el final es contado a partir del diario de uno de los personajes secundarios.

Estos juegos con los cambios de voz narrativa no son los únicos con los que Paul Auster matiza y enriquece la trama. También cambia el estilo de texto en los distintos capítulos, acortando las frases y prescindiendo de las descripciones.

Todos los que alguna vez han querido escribir han tenido que elegir la voz narrativa van a disfrutar, ya que se trata de una muestra de cómo cambia una historia en función de qué narrador la cuenta.

Por tanto los fans de Auster encontrarán en este libro los rasgos característicos de su obra: el protagonista neoyorkino cuya vida se ve repentinamente alterada por un hecho dramático, y la literatura y la metaficción como parte de la trama.

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