Opinión: Los cuentos de Beedle el Bardo por J. K. Rowling

Vaya por delante que, a pesar de lo que voy a decir a continuación, soy una fan convencida de J. K. Rowling.
Sé que queda más «progre» acusarla de ser más una diosa del marketing que una escritora, pero el mero hecho de lograr que millones de niños hayan leído sus libros, incluso si son los únicos que leen en toda su vida, la hacen merecedora de todo el dinero y el reconocimiento que ha obtenido, independientemente de la calidad literaria de sus obras.
Y yo, en cada fecha de lanzamiento, compraba religiosamente mi ejemplar, y lo leía como lo hubiera hecho con 10 u 11 años, disfrutando al dejarme llevar por la narración por puro divertimento, sin plantearme nada más.
Y, desde luego, con la misma ilusión compré Los Cuentos de Beedle el Bardo, así que cuando lo leí, la decepción fue enorme.
Sí, decepción, porque la autora, más que hacer una buena coda a los siete Harry Potters, o una ampliación de nuestra visión del mundo de Hogwarts como fueron Quidditch a través de los tiempos, y Animales fantásticos y dónde encontrarlos, se ha limitado a aplicar una pátina potteriana a una colección de remedos de relatos archiconocidos como El corazón delator de Edgard Allan Poe, El retrato de Dorian Grey de Oscar Wilde o incluso El Mago de Oz de L. Frank Baum ( ).
Totalmente prescindible.
Y bien que lo siento.
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