Relato: Venganza de frío acero
Me gustaba acariciar la empuñadura de la espada de mi marido. Después el filo de la espalda me transmite un cosquilleo frío aunque voluptuoso.
Me atraía irresistiblemente, y no era para menos, no en vano esa espada ha sido el arma utilizada para vengarme de él.
No me malinterprete, señoría, yo amaba, amo a mi marido, pero tiene un defecto, la soberbia. Bueno, no sé si es exactamente un defecto, porque su soberbia es lo que le ha llevado a triunfar en su profesión, y no puedo negar que mi amor por él comenzó siendo admiración.
El problema es que esa soberbia está presente en él las 24 horas del día, en su manera de hablarme, de tratarme… De manera sutil, es cierto, pero ahí está siempre…
Pero no, ese tampoco es el problema…
¿Sabe cuál creo que es realmente lo que me molesta, señoría? Que es totalmente ajeno a este hecho, que en ningún momento es consciente de que trata con soberbia. Se sentía con derecho a tratarme con soberbia.
Él se veía a sí mismo como un marido atento, cariñoso, solícito. Y lo era, con lo que paradójicamente alimentaba su soberbia.
Por eso un día no pude más y decidí vengarme utilizando esta misma espada.
No se imaginaba la satisfacción que me proporcionaba verle pavonearse ante sus amigos cantando las excelencias de la antigüedad, belleza y valor de esta vulgar réplica, sabiendo que la auténtica la había empeñado yo hace años.
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El relato es bueno, pero me he quedado con ganas de saber de qué manera mostraba soberbia aquel hombre en su forma de hablar (creo que una frase hubiera bastado).
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Tomo nota de tu sugerencia por si le hago una revisión.
Muchas gracias por pasarte y comentar. Un abrazo.