Opinión: Apaches de Miguel Sáez Carral
Apaches es un libro que seguramente no habría leído por propia iniciativa, pero, afortunadamente, me lo regalaron desde la editorial Planeta. Y digo afortunadamente, porque lo cierto es que me ha encantado.
Apaches es la historia de Miguel, un periodista de una agencia de noticias con una buena vida, una novia con la que es feliz y una familia que le quiere, hasta que lo pierde todo. Los socios de su padre le estafan, y en su intento por recuperarse arrastra a la ruina a sus hijos. Miguel pierde su trabajo, a su novia y su vida y tiene que volver al barrio de Tetuán a ayudar a su familia. Cuando no encuentra una salida legal de solucionar sus problemas, se lanza a delinquir y en los atracos encuentra también un modo de hacer justicia.
Aunque leyendo la sinopsis no lo parezca, en esta novela hay mucho amor: el amor de Miguel por su padre y su familia, el amor en su amistad con Sastre, su mejor amigo de la infancia, su amor por Carol, que se ha visto obligada a volver al barrio como él, y el amor en forma de solidaridad del barrio.
Como nos contó en el encuentro de blogueros del pasado martes, la historia tiene una parte de autobiográfica, y Miguel Sáez Carral utiliza su propia experiencia para construir un relato sólido, con momentos emocionalmente muy intensos, especialmente en la relación del protagonista con su padre, un héroe para él, el mejor padre que uno hubiera podido desear, que, a pesar de todo, destroza la vida de sus hijos por no pedir ayuda a tiempo. No sé si un escritor que no lo hubiera vivido hubiese transmitido ese dolor tan nítidamente al lector. Pero además el autor utiliza su oficio de guionista de televisión para armar una historia cargada de acción, en la que no decae el ritmo narrativo durante sus 637 páginas.
Mención aparte merece un personaje especialmente bien construido de Apaches: el barrio de Tetuán, el lugar en el que pasé mi infancia. Ahora ha cambiado mucho, pero el barrio de Tetuán en los años 80 era un lugar de contrastes, 20 calles habitadas por trabajadores de clase media baja que sólo tenían que cruzar una calle para llegar a una zona de lujo de la capital, la Castellana. Aunque pertenecía a Madrid, el ambiente era el de un pueblo en que todo el mundo se conocía, se ayudaba y, por supuesto, se entrometía en la vida de los demás. Había mucha gente, sobre todo gente mayor, que no salía de él en años.
Era un barrio tranquilo, en el que los niños podíamos jugar tranquilos por las calles, pero en la que había gente que vivía bien sin que se le conociera oficio, y casas a cuya puerta era mejor no pararse. Un barrio gris, feo, en el que la gente era capaz de lo mejor y de lo peor.
Miguel refleja a la perfección el barrio de su (nuestra) infancia, con sus claros y sus oscuros, igual que hace con los demás personajes de Apaches. Nadie es completamente bueno, ni malo, ni honesto, ni inmoral, ni perfecto, y eso da una credibilidad a la historia que en manos de otro autor no hubiera tenido.
Por todo esto, os recomiendo que os leáis Apaches, una novela emocionante, repleta de acción, en la que es fácil identificarse con unos personajes que siempre han intentando hacer las cosas bien, pero a los que empujan a tomarse la justicia por su mano al margen de la ley.
El único defecto que le he encontrado está en su última página, pero no os puedo hablar de ello sin estropearos el final, así que leedla y veréis si estáis de acuerdo conmigo o no.
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¡Me lo apunto! Hace tiempo que me saturé de romanticonadas, pero me has abierto el apetito.
¡Gracias por tu post semanal! Algunos no tenemos la misma constancia que tú, eres admirable.
Un saludo
Lo último en el blog de Ana Magdalena Quijano: Gastro realities: ¿una moda pasajera?
Miguel es guionista y ha sido jefe de guiones de series como Al salir de clase y Sin tetas no hay paraíso, así que a ti te puede interesar doblemente cómo un guionista enfoca la escritura de una novela.
Un saludo y gracias por comentar.
Creo que el fallo que mencionas es el mismo que le comenté a Miguel en la reunión de bloggers… 😉
Buena reseña!
Si es el de la última página, seguramente sí es el mismo. No me pareció coherente con el resto, pero no puedo entrar en más detalles por aquí 😉
Un abrazo y gracias por tu comentario.