Relato: Desde la fosa
Este es un relato que me envió hace un par de días una de mis mejores amigas, Esther Cid, y que me ha dado permiso para publicar. Como veréis es un relato bellísimo, igual que el resto de los textos que ha escrito y que me ha permitido leer, por eso quiero animarla a que abra su propio blog y nos deje a todos disfrutar de su talento. Espero que me ayudéis a convencerla a través de vuestros comentarios.
Aquí os dejo su relato: Desde la fosa.
¡Dios mío, como duele la última herida! Hacía tanto tiempo que esta horrible sensación no atravesaba mis huesos…
Y es así, retorcido por el escozor que me produce esta nueva llaga, como vuelven a mi recuerdo episodios que creí olvidados. ¿Cómo es posible que lleve aquí metido tantos años, inmóvil, y todavía recuerde como vine a parar aquí?
Era yo maestro de escuela, con apenas quince pupilos y la mitad piojosos, desnutridos y mas preocupados por robarme las dos manzanas que María me metía como almuerzo que por aprender la interminable lista de los reyes godos. En esta, vinieron los uniformados con gesto serio y cuchicheando entre ellos. Mandé a los zagales a casa y recibí a los dones con el respeto al que estábamos obligados, pues eran estos valles territorio rebelde ganado por los llamados nacionales.
No me preguntaron más que el nombre y al decirles yo también el apellido, me apresaron a la voz de: “Sí, es este al que buscamos”. En la camioneta, encapuchado, pude darme cuenta que no era yo el único al que transportaban. Tenía un hombre a cada lado y enfrente al menos otros tres. El olor del miedo era inconfundible, ya se sabe que ante circunstancias de tan extrema tensión se agarrotan los miembros al tiempo que los esfínteres se relajan. No dijimos palabra. Tan sólo se escuchaba algún que otro suspiro y el claro “hijos de puta” que soltó el tabernero (hasta ese momento no lo había reconocido). Todos teníamos claro cual era nuestro destino, lo que siempre constituía una sorpresa era el lugar.
En nuestro caso fue un hermoso jaral que, al ser primavera, olía como las vírgenes al despertarse. Ese es mi último recuerdo agradable. Después vinieron los gritos, los sollozos, los “apunte, fuego” y el sentir cómo la bala te quema la carne y te destroza por dentro. Luego me sobrevino un extraña sensación que identifiqué enseguida con la muerte. Entonces me descubrí en el fondo de una zanja con el cuerpo de dos compañeros encima y con la tierra cubriéndome la cara. Pobre María, sola con nuestros dos hijos… Me abandoné en un letargo somnoliento con la certeza de que todo había acabado.
No sé los años que estuve en esta especie de limbo, cuando me despertaron unas voces que rondaban cerca de la zanja. ¡Que digo!, la que realmente me sobresaltó fue la de una joven que… ¡me recordaba tanto a la de María cuando novios…!
– Mi padre estuvo muchos años investigando estas desapariciones y me juró y perjuró que al abuelo lo enterraron en este lugar.
– Mire, señorita, yo no puedo hacer nada sin una orden judicial.
– Pues no tenga duda de que la conseguiré.
Pasaron muchos días o quizás años… el caso es que volví a dormirme. Y digo esto porque creo haber escuchado entre sueños esta voz familiar que me decía al oído: “no te preocupes abuelo yo te sacaré del olvido”.
Luego llegaron tiempos un tanto agitados. Máquinas, forenses, policía (dios, aún se me ponen los pelos de punta cuando veo un uniforme), pasando todos por encima, midiendo, fotografiando, cotejando datos…
Al fin una mañana, y lo sé porque la tierra estaba empapada por el rocío, noté como la masa que me oprimía el pecho era cada vez más liviana, que la estaban retirando a grandes paladas y que, al parecer, arriba había mucha gente que me esperaba con expectación. Imaginé como sería mi nieta. ¿de cual de mis dos hijos habría nacido? Da lo mismo, pensé, será hermosa y creo que, como yo, bastante pertinaz. ¡Que emoción!. Comienzo a sentir el calor del sol sobre mi rostro… creo más acertado decir calavera porque supongo que el tiempo y los gusanos habrán hecho su trabajo.
– Deténganse, deténganse ahora mismo
– ¿Qué ocurre señor? – preguntó mi nieta – Vea que tenemos en regla todos los permisos incluida la orden judicial.
– Pues mire que yo traigo otra orden en la que se dice expresamente que estos trabajos deben detenerse.
– ¿Con qué motivo?
– Al parecer el juez que firmó su permiso está ahora enjuiciado.
El silencio sepulcral que se produjo en ese momento me aterró mucho más que los años de oscuridad vividos bajo el suelo. Mi dulce niña se tiró sobre el agujero de mi sepultura… apenas nos separaban unos centímetros de arena y guijarros, sus lágrimas inundaron las cuencas vacías de mis ojos. “Lo siento, lo siento tanto abuelo…” repetía desconsolada.
Ahora viene a menudo a cantarme las últimas noticias de esta, mi aventura, que parece no acabar nunca. Resulta que los que antaño eran nacionales, bueno sus bien amados herederos, se hacen llamar ahora conservadores. Pero más que una milicia, un sindicato o un partido político son algo parecido a una gran familia, a un linaje. Así al menos me ha parecido entender a Ángela, mi nieta, porque no hace más que decirme Fulanito, que es conservador, Zutanito, que es conservador… En el fondo a mí todas esta cuitas ya me dan igual, que ya tengo las carnes secas, si es que algo me queda de ellas, para preocuparme por guerras pasadas.
Pero lo cierto es que su última visita me dejó muy preocupado.
– Abuelo, ¿sabes que han suspendido en sus funciones al juez que nos ayudó?. Sí, ya se que era un poco prepotente y con demasiado ego, que le encantaban las cámaras y todo eso, pero… es el único que me escuchó. El único que se interesó por ti y por todos los que desaparecieron como tú. Dicen que lo han hecho por investigar delitos y crímenes amparados bajo la ley de amnistía… Y ¿quién te ampara a ti, a tu esposa viuda, a tus hijos huérfanos y a tus nietos que no te conocimos, quién, dime, quién? Pensarás que todo ha cambiado mucho tras la Guerra y que ahora la Justicia es imparcial. Siento decirte que te equivocas. La dama ciega ha dejado caer su balanza y está rota de dolor por lo que están haciendo en su nombre. Aquí todos son intereses y amiguismos. Hay veces que de puro coraje me apetece meterme en la fosa contigo… para no ver nada más.
De esta guisa, angustiada por un pesimismo impropio de su juventud, siguió relatándome la mala fortuna de ese juez, mezcla perfecta de héroe y villano, cuya determinación por sacarnos del olvido ha sido entendida por algunos como arrogancia y chulería.
Señores míos. Sí, a ustedes me dirijo, a los jueces que llaman conservadores. Creo que no tienen ninguna intención de permitirme salir de este nicho compartido. No sé qué daño hice entonces, mas que pensar como siempre pensé y qué daño puedo hacerles ahora. Tan sólo quiero descansar al lado de mi amada María y de Alonso, mi hijo mayor, también muerto sin saber dónde demonios habían arrojado a su padre. Me gustaría que mi nieta pudiera hablar conmigo en un lugar, no digo santo porque nunca he sido muy amigo de la sotana, pero sí al menos digno. Por eso quiero que sepan que la herida que me han causado no dejándome abandonar este infecto agujero me duele mucho más que la que hace años me produjo en el pecho la bala que atravesó mi corazón. Esta quema como úlcera sangrante porque aunque los huesos estén ya descarnados todavía tenían la esperanza de reunirse con los míos… Ya me arrebataron la vida, el disfrute de mi familia y de mi trabajo, el gusto de envejecer contando cuentos a Ángela y de verla convertida también en maestra.
¡Me quieren decir qué coño quieren más!
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¡Excelente relato! Como bien dices espero que Esther se anime a sacar a la luz más textos, por que bien van a merecer la pena.
.-= Lo último en el blog de Raffles: Entre estaciones =-.
Oportuno y actual a más no poder el relato que nos desvela Esther. Sin duda, tiene que animarse a guardar sus relatos en un blog … y darles eco porque no dejan indiferente.
Me ha encantado esta frase: «sus lágrimas inundaron las cuencas vacías de mis ojos». Así voy a hacer RT.
¡¡¡Enhorabuena y adelante¡¡¡
Erronkari
.-= Lo último en el blog de Erronkari: El último beso =-.
Gracias por tus palabras, a ver si entre todos la animamos a abrir el blog.
Un saludo.
Me ha encantado, ves Yolanda como yo nunca podré estar a vuestra altura.
Enhorabuena.
Mercedes
Eso nos lo parece a todos, que los demás escriben mejor que nosotros. Cuando lea algo tuyo podré juzgar 😉
Un saludo y gracias por tu comentario.
¡Excelente relato! Me ha encantado la forma en que este se ha escrito. Sentí la angustia, la tristeza, la rabia del personaje.
¡Felicidades!
¡Pero que majos todos…!
Lo de que yo abra un blog va ha ser complicado… no tengo, en absoluto, la disciplina que tiene… por ejemplo Yolanda, para atenderlo diariamente y responder a todos los que participen… eso me parece un trabajo constante al que hay que dedicar mucho tiempo y yo… ¡soy una vaga!
Gracias a todos. Muacs
Pues nada, entonces escribe y se los vas pasando a Yolanda, modalidad de blog con «colaboradores».
Precioso relato.
Coincido con nuestra amiga Juana. Así no te ves envuelta en un compromiso. Al menos piénsalo. Vale la pena intentarlo y tienes una habilidad increíble. Además, nos dejastes picados…queremos más relatos!!
…era un poco prepotente y con demasiado ego, que le encantaban las cámaras y… cerró periódicos de forma ilegal (Aunque no nos gustasen su propietarios)siendo socialista perjudicó al partido, hacía que su mujer bajase del coche antes que él por si había un atentado…
También hay que reconocer que ha sido el único en atreverse con este tema, al menos ha abierto la polémica, los ojos del mundo y de un modo u otro alguien continuará este trabajo.
.-= Lo último en el blog de minipunk: Escultura de los cuatro elementos =-.
Me parece un excelente relato, se puede sentir… Ese, creo yo, es finalmente el objetivo del arte de las letras: transmitir ideas, emociones, pensamientos.
Mucho talento, espero seguir leyendo sus trabajos. =)
¡Saludos!
Muchas gracias por tus palabras, no podría estar más de acuerdo, Esther tiene mucho talento y debería abrir su propio blog.
Un saludo.