Aplicaciones para que tu ordenador suene como una máquina de escribir antigua
Una de las cosas que se han perdido los escritores más jóvenes por nacer tarde es la peculiar relación que los escritores menos jóvenes establecimos con nuestra primera máquina de escribir.
Durante muchos años (o eso te parecía a ti) te habías visto obligado a escribir a mano tus historias, normalmente en un algún cuaderno escolar, como si fueras un niño, mientras mirabas con deseo la máquina de escribir que solía haber en todas las casas, y que sólo podían usar tus padres para cosas serias, o tus hermanos mayores para los trabajos escolares.
Muy de tarde en tarde, pillabas a alguien de buen talante y te permitía utilizarla un rato bajo su supervisión, aunque te ponías tan nervioso que no se te ocurría qué escribir y solo ponías palabras sin sentido, y al final las varillas se enganchaban unas a otras sobre el papel y te echaban con un “Quita, manazas, que las vas a doblar”.
Pero como todo llega en este vida, un día, tus padres o hermanos decidían que aquella máquina estaba muy vieja, que necesitaban comprar otra, y tú heredabas aquella joya tan anhelada.
No te importaba que las teclas ya no estuvieran niveladas y que la e se enganchara. O que apestara a tabaco. O que una esquina estuviera reparada con cinta de embalar marrón.
Por fin tenías tu propia máquina de escribir, ya no eras un escritor aficionado, a tus 10 años te habías convertido en un escritor serio.
En mi caso, la máquina en cuestión fue una exactamente igual que esta, una Olivetti lettera 22, que además tenía un maletín de transporte, aunque nunca tuve la necesidad de llevarla a ninguna parte.
Y la aporreabas sin piedad por los oídos de tu familia o de tus vecinos, llenando folios y más folios, a veces a dos colores, rojo y negro, si tus padres te compraban una cinta “de las caras”, y corrigiendo con papelitos de Typex, de los cuales todavía conservo un sobre sin abrir.
Hasta que mucho tiempo después (dos años de la infancia es toda una vida), con la excusa de presentar mejor los trabajos del colegio, te regalaban por fin una máquina de escribir nuevecita solo para ti. Ya eras mayor. La mía fue una Olivetti letra 42 como esta:
Con esas máquinas escribía en cualquier sitio de la casa con su propia mesita, es decir, con un taburete de la cocina, porque si la ponías en el escritorio no quedaba sitio para hacer los deberes. Sólo la dejaba cuando algún miembro de la familia se quejaba del ruido.
Ese ruido tan molesto, pero que a mí me sonaba a música celestial, dejó de ser un problema unos años después, con la llegada de mi primer ordenador “de verdad” (antes había tenido un Spectrum 28k para jugar), que me permitía escribir incluso de noche sin más quejas que la factura de la luz.
La Olivetti terminó en el fondo de un armario, de allí pasó al trastero, hasta que mi madre se hartó de verla y desapareció.
Pero con los años la he echado mucho de menos, no tanto para utilizarla, porque es muy poco práctica comparada con un ordenador como por nostalgia. Y eso me llevó a robar tomar prestada esta preciosidad que, técnicamente, es de mi cuñado Paco, pero que lleva muchos años en mi casa, esperando a que encuentre algún sitio donde comprar una cinta compatible con ella.
Y mientras tanto, me consuelo utilizando aplicaciones que hacen que mi ordenador suene como aquellas antiguas máquinas. ¿Para qué? Para nada, lo admito. Mi escritura no cambia un ápice, pero igual que proporciona más placer escribir con una estilográfica que con un bolígrafo, aunque las palabras sean las mismas, disfruto escribiendo con el sonido de las teclas de fondo.
Hay varias aplicaciones que reproducen el sonido de las teclas de una máquina de escribir, incluyendo el carril y la campanilla al pulsar Enter, aunque no he encontrado ninguna que funcione tanto para Windows como para Mac, así que os hablo de tres aquí:
Para Windows: Qwertick.
Es una pequeña aplicación gratuita que convierte tu ordenador en una máquina de escribir. Para activarlo en tu ordenador solo tienes que descargarlo de esta página y abrir el archivo. Como ves en la imagen, la aplicación no puede ser más sencilla, la única opción que presenta es la de silenciarla.
Para Mac: Noisy Typer y Typewriter Keyboard.
Durante muchos años usé Noisy Typer, funcionaba muy bien y el sonido era muy realista, pero al actualizar el sistema operativo a El Capitán dejó de funcionar y aunque en esta página en teoría explican cómo hacerlo funcionar, yo no lo he conseguido. De todos modos, lo menciono por si tienes un sistema operativo más antiguo o eres capaz de solucionarlo.
Actualmente uso Typewriter Keyboard. El sonido de Noisy Typer era más relajante, pero este también me gusta. También es muy sencillo de usar aunque tiene algunas opciones más como puedes ver en la imagen. Además permite cambiar los sonidos de cada tecla por otros, aunque esto último no lo he probado.
Y tú, ¿conservas tu vieja máquina de escribir? ¿Echas de menos el tableteo de las mismas acompañando a tu creatividad? Cuéntame tu historia con las máquinas de escribir en los comentarios.
Buenas, ¡cuánto tiempo!
Pues con la primera máquina coincidimos. Era de mi padre, pero me colaba para usarla cada vez que me apetecía. Luego «heredamos» una antigualla, que no sé ni por dónde andará, pero que reparé, e incluso le fabriqué un par de cintas a partir de cintas comerciales —lo que no es tan difícil, para que te animes con ello—.
Y sí, me encantan esos programas, mezclándolos con textos en verde sobre fondo negro, lo que no tiene demasiado sentido, pero la nostalgia permite ese sincretismo de los primeros PC y las máquinas de escribir.
Uso Qwertyc en el trabajo —Win— y para escribir, aunque me vale casi cualquier cosa, que lo que se necesita es ponerse, Writer de BighugeLabs, que viene con sonido, y FocusWriter, que también tiene la posibilidad de tener sonido —en casa hay mucho Linux porque todos son reciclados—.
Ya se han acabado las vacaciones del blog 🙂 Sí, recuerdo haber hablado de ello contigo. No sé por qué, pero el sonido del teclado me ayuda a concentrarme. Es un recordatorio constante de que es hora de escribir y no de otra cosa.
Gracias, como siempre, por tu comentario, y un abrazo.
Qué tiempos aquellos en que subía al ático y usaba la Olivetti de mi padre para escribir historias. Aún conservo esos relatos escritos a máquina como un pequeño tesoro.
Una cosa que me encantaba de esos folios, es que las letras tenían cierto relieve, eso también se ha perdido con los ordenadores e impresoras modernas. Un saludo y gracias por leerme y comentar.
Qué recuerdos. Buen artículo. Tienes nueva suscriptora. Gracias por tu aporte.
Gracias por tu comentario y por suscribirte.
Hola Yolanda,
Echaré un vistazo a estas apps, tienen que ser curiosas. Creo que realmente el ruido del tecleo ayuda a entrar en el estado ideal para escribir. Se me ocurre otro modo (mucho más caro): un teclado mecánico. Dicen que es mucho mejor para la ergonomía y esas cosas… La verdad es que todavía no lo he probado pero espero comprar uno en breve 😀
Yo he visto algunos de esos teclados, sobre todo los de aire retro, que imitan a máquinas de escribir que me encantan, pero sus precios me echan para atrás. Ya me contarás cuál es tu experiencia cuando te compres uno.
Gracias por tu comentario, un saludo.
Mi esposa me regaló mi primer máquina de escribir, esas que venían con valijita. La consiguió en un mercado del trueque…no pude conservarla. A la máquina,por supuesto! Mi esposa sigue conmigo y ahora tengo una notebok. Escribo historias de terror, poesía, tengo también por ahí borradores de novela, en fin, el lógico y placentero caos de un escritor aficionado.Y se extraña…Llegó a ser el símbolo de mis locuras.
En el imaginario colectivo está muy presente ese sonido de la máquina de escribir asociado al escritor. Espero que las nuevas generaciones puedan disfrutarlo también. Un saludo y gracias por leerme y comentar.