Opinión: El maestro de almas de Irène Némirovsky

Darío Asfar es un jóven médico, emigrado desde Crimea a Niza, donde vive a principios del siglo XX junto a su mujer y a su hijo recién nacido.
Darío está en una situación económica desesperada, ya que su origen extranjero le impide hacerse con pacientes solventes. Aprovechando el auge que está experimentando el psicoanálisis decide convertirse en un «maestro de almas», alguien a medio camino entre un terapeuta y un charlatán, que saca grandes sumas de dinero a los ricos calmando su ansiedad y angustia vital diciéndoles lo que quieren oir. Esta actividad, aunque le supone riqueza y estabilidad económica, tampoco logra darle la tranquilidad ni la felicidad que anhela.
Como siempre ocurre en las obras de Irène Némirovsky aunque la trama es muy interesante y las ricas descripciones arrastran al lector a la historia, lo más destacable son los personajes, profundos, complejos y contradictorios, unos son gente bien desconcertados porque su mundo se desmorona a su alrededor, otros vividores que sueñan con tener la vida de los ricos y están dispuestos a todo por lograrlo. El propio Darío, por ejemplo, es capaz de caer en las acciones más bajas, pero por una razón noble: cuidar de su familia y asegurar su bienestar.
El maestro de almas se publicó por entregas por primera vez en 1939, en el seminario Gringoire, con el título de Las escalas de levante, pero la historia resulta muy actual, dado que en los tiempos que corren abundan los mercachifles vendedores de humo dispuestos a proporcionar el secreto de la felicidad y el éxito a un módico precio.
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